La adopción, como opción para formar una familia, es siempre mutua en el sentido de que el niño encuentra una familia y esta a un hijo/a. En este sentido, todos los miembros de la familia han sufrido una perdida, los padres adoptivos, en casos de infertilidad, han decidido renunciar a la ilusión de criar a su hijo biológico y probablemente desearía que el hijo que cría fuese biológico.
En el caso del hijo adoptivo, ha perdido la conexión con sus padres biológicos y problablemente desearía que los padres que lo tuvieran y los que lo estén criando fueran los mismos.
La revelación para el niño/a supone necesariamente la elaboración de un duelo por la familia de origen y exige a los padres adoptivos acompañarlo en la expresión de los sentimientos que este conocimiento despierta en las distintas etapas de sus desarrollo,ya qeu para elabora un duelo es necesario expresar, poner palabras, la situación emocional vivida.
Así la revelación de la historia de su origen no puede ser realizada en un momento puntual, sino que corresponde a un proceso gradual y continuo a lo largo de su vida.
Muchos padres/madres adoptivos tienen la creencia de que al informar al niño/niña sobre sus origenes podría destruir el vínculo afectivo que se ha establecido entre ellos, que podría aportar elementos conflictivos a sus autoestima y que favorecería el surgimiento de fantasías respecto a los otros padres o madres.
En realidad, en estos casos, la familia adoptiva esta constituida por cuatro miembros: padre, madre, hijo y el fantasma de los padres biológicos, que problablemente dará como resusltado, en mayor o menor grado, algún tipo de patología.
Para evitar estos riesgos, los padres/madres debemos mostrarnos receptivos y comprensivos frente a las inquietudes del niño/niña en cuanto a la historia de su origen, acompañandole en la elaboración de un "ser adoptivo". Como familias adoptivas tenemos, en este sentido un doble reto; identificar su dolor, y ayudarles a crecer desde su dolor.Esta responsabilidad empieza cuando adoptamos y continúa hasta que llegan a la edad adulta, ya que el dolor no desaparece por completo cuando se acoplan
a la nueva vida, sino que reaparece a los largo de la vida en situaciones de cambio, una nueva escuela, la muerte de la mascota, la llegada a la univerdsidad, establecimiento de relaciones de pareja, el nacimiento de un hijo, etc.
Una caracterítica de esta pérdida es que no existe un reconocimiento social de la misma, sino todo lo contrario. Se espera que los niños/ niñas adoptados sientan gratitud ante el hecho de tener una familia que los acoja, los eduque y los quiera. De tal forma, que algunos adoptados adultos esperan, incluso que sus padres adoptivos mueran para iniciar la búsqueda de los origenes, ante el temor que esta busqueda pudiera entenderse como una falta de amor o de gratitu hacia ellos.
En cuanto a la expresión de esta pérdida, puede ir desde mostrarse retraído o distraído, hasta tener episodios de ira o tristeza. Si los síntomas no son severos, pueden ser difíciles de identificar, pero, sin duda, están ahí.
Muchas familias creen erroneamente que si sus hijos no hablan sobre sus pasado es porque no piensan en él. Pero lo cierto es que si no se crea una atmósfera que propicie la expresión de sentimientos es normal que no se hable de esta realidad, pero de esta forma dificilmente podrán elaborar el duelo que les permita asimilar esas pérdidas, y hay que tener en cuenta que, independientemente de la edad que tuviera el niño cuando fué adoptado,todos han sufrido la perdida de la madre biológica, que es la persona que estuvo con el en los primeros y más críticos nueve meses de su vida.
Aspectos silenciados de la adopción
"Cuando los niños no vienen de París"
Marga Muñiz Aguilar
Licenciada en filosofía y letras
dipolmada en fonoaudiología y logopedia
Master en Orientación Educativa Profesional
Diploma de Especialización Profesional Universitario sobre asesoramiento en materia de adopciones
Madre adoptiva de dos niñas nacidas en China.
Ayuda para realizar un duelo
a) Abrazar nuestro destino
Algunas personas llaman destino a lo que supuestamente ya está “escrito” que nos ocurrirá, pero esa visión fatalista no ayuda a responsabilizarnos de nuestra vida ni a intentar mejorar las cosas. Para nosotros, destino es todo aquello que ya ocurrió y que, por lo tanto, no puede haber sido de otra manera. Abrazar el destino es dejar de preguntarse ¿Por qué a mí? Y empezar a decir ¿Ypor qué no?. Abrazar el destino es decir “Sí, me pasó a mí y me dolió (o me
duele todavía)” y comprender que, aunque no fue nuestra culpa, tenemos la responsabilidad de hacer algo para curar la herida y sacar algo bueno de lo sucedido.
DESDE EL VICTIMISMO NO ES POSIBLE HACER EL DUELO
b) Permitirnos el dolor y la pena cuando se activan en el interior
Estar triste o sentirse vacío no es agradable (además de estar prohibido” en nuestra cultura del hedonismo y la búsqueda del placer inmediato), pero frente a lo que nos hiere no hay otra alternativa. Sin embargo, no se suele estar triste en todo momento. A menudo el dolor se alterna con momentos alegres y despreocupados que hay que saber aprovechar y degustar.
CON URGENCIA POR DISFRUTAR Y SER FELIZ, LA FELICIDAD SE ALEJA
c) Nombrar lo que se ha perdido y darle un lugar de honra en el corazón
Hay que saber llorar por lo que no pudo ser y lo que ya no será. En el caso de la muerte de seres queridos, es bueno recordarles, hablar de ellos y sentir agradecimiento por las cosas buenas que nos dieron. Cuando agradecemos lo que esa persona nos dio y los buenos momentos que pasamos con ella, en cierta manera, la dejamos “marchar” y nos liberamos de la pérdida en el sentido de mirar hacia delante y abrirnos al amor de otras personas (aunque ella siempre ocupará un lugar en nuestro corazón).
IGNORAR LO OCURRIDO Y HACER COMO SI NO AFECTARA AGRAVA LAS COSAS
d) Compartir el dolor con los que nos quieren y dejarnos acompañar
Compartir el dolor no es contar nuestra pena una y otra vez. Es permitir que nuestros cercanos sepan que hay dolor en nuestro corazón y que nos sentimos vulnerables en relación con eso. Es no disimular ni fingir que estamos bien cuando en realidad nos encontramos doloridos en relación con ese destino difícil.También es tolerar con humildad agradecimiento su preocupación por nosotros y sus ganas de ayudarnos. Es aceptar que ellos están mejor que nosotros en ese momento y reconocer que necesitamos de su apoyo y de su cariño.
AISLARSE ES UNA TONTERIA
http://www.sorkari.com/pdf/Asaldenia5Duelo.pdf
Retales.. pinceladas de mi vida como madre... un compendio, espero que no muy anárquico, de videos, artículos, libros, imagenes, música, viajes, gastronomía, olores, sonidos ... que forman parte de mi identidad y también de la mis hijas.
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domingo, 20 de febrero de 2011
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Muy buena entrada. Leo y leo sobre este tema y aún así siempre descubro aspectos nuevos, porque no acabo de hacer mías algunas de esas ideas o no estoy preparada para entenderlas de verdad, desde lo profundo de mi misma. Aprender para enseñar a nuestros hijos a aceptar su destino es complejo, apasionante y peligroso. ¿no te pasa, que a veces, no sabes si estás haciendo bien o estás obsesionada con este tema? ¡¡Hay tantas familias que ignoran todo esto y se les vé tan tan felices!!!
ResponderEliminarUn abrazo
Itsaso
No me pasa... claro que no... el conocimiento no es malo.. de hecho este blog, su nacimiento, es familiar... para ella que lea mi evolución y para su padre que carece de tiempo para leer y yo le muestro lo que me parece más interesante...
ResponderEliminarEl duelo, a mi entender, es vital, muy necesario y totalmente sano.. hay que hacerlo igual que nosotros lo hemos hecho cuando ha fallecido un familiar o cuando alguien nos ha dejado.. una enfemedad..
Imprescindible vivirlo sanamente y tener recursos y competencia emocional pàra poder expresar sus sentimientos...
Y ser lo que uno es sin flagelarse.... cosa que a mi particularmente me pone de los nervios..